La estatua de Afrodita de Cnido es una escultura de Afrodita, una diosa griega. La escultura de Afrodita es una de las primeras estatuas femeninas griegas y romanas creadas a tamaño natural. El tipo de cuerpo de Afrodita era una representación única de la escultura femenina clásica en la época de la representación de los desnudos masculinos heroicos. El desnudo de Afrodita se representa extendiendo la mano para coger una toalla de baño mientras oculta modestamente su zona púbica. Aunque la estatua original de Afrodita está destruida desde hace tiempo, existen muchas copias romanas del desnudo de Afrodita.
Datos Interesantes Sobre la Estatua de Afrodita de Cnido
La estatua original de Afrodita fue creada para el templo de Afrodita en Cnido como monumento de devoción. Representaba a la diosa mientras se dirigía al baño ceremonial que regeneraba su pureza, despojándose de su paño con una mano y ocultándose discretamente con la otra. La posición de sus manos oculta su región púbica y atrae la atención hacia la parte superior de su cuerpo desnudo. El monumento es famoso por su belleza, y está pensado para ser visto desde todos los aspectos.
La Estatua Original de Afrodita
Dado que cada ejemplar tiene una forma corporal, una actitud y un accesorio distintos, el prototipo sólo puede caracterizarse a grandes rasgos; el cuerpo se retorcía en una postura de contrapposto, con la cabeza posiblemente inclinada hacia la izquierda. Aunque Lucian afirmó que «lucía una débil sonrisa que sólo dejaba al descubierto sus dientes», la mayoría de las representaciones posteriores no la incluyen.
Las figuras femeninas de kore fueron vestidas aproximadamente tres siglos después de los equivalentes masculinos desnudos más antiguos en el arte griego, los kouros; las figuras femeninas de kore fueron vestidas. Anteriormente, el desnudo era un traje heroico reservado exclusivamente a los hombres.
La desnudez heroica cumplía una función para el público masculino, aportando placer estético al observador, que era inherentemente masculino. Spivey afirma que la iconografía de la estatua de Afrodita de Cnido puede atribuirse a Praxíteles, que creó la estatua con la intención de que fuera observada por los transeúntes masculinos.
La escultura de Afrodita creó un canon para las proporciones del desnudo femenino, inspirando varias reproducciones, la más fina de las cuales se cree que es la Venus Colonna del Museo Pío-Clementino del Vaticano. Se supone que es una réplica romana, y no iguala el pulido brillo del original, que se quemó en un terrible incendio en Constantinopla en el año 475 de la era cristiana.
Según Plinio el Viejo, Praxíteles esculpió una estatua de Afrodita desnuda y otra vestida. La ciudad de Kos compró el monumento vestido porque pensaba que la versión desnuda era obscena y daba mala imagen a su ciudad, pero la ciudad de Cnido compró la estatua desnuda. Plinio afirma que la estatua desnuda le dio importancia a Cnido, y las monedas acuñadas con la estatua parecen confirmarlo.
Se dice que Praxíteles utilizó a la prostituta Friné como tema para la escultura, lo que aumenta las especulaciones sobre su origen. La estatua llegó a ser tan conocida y reproducida que la diosa Afrodita viajó personalmente a Cnido para verla, según una historia cómica.
El Templo de Cnido
La escultura de Afrodita, a pesar de ser una figura religiosa y patrona de los Cnidianos, se convirtió en un popular destino turístico. Nicomedes I se ofreció a saldar las enormes deudas de Cnido a cambio del desnudo de Afrodita, pero los Cnidianos declinaron. La escultura de Afrodita habría estado policromada y era tan realista que estimulaba a los hombres sexualmente, como demuestra la leyenda de un joven que irrumpió en el santuario por la noche e intentó fornicar con la escultura, dejando una mancha en ella.
Una sacerdotisa asistente informó a los turistas de que, tras ser encontrado, se sintió tan humillado que se arrojó por un acantilado al borde del templo. Esta narración se recoge en el diálogo Erotes, que suele asignarse a Luciano de Samosata y que contiene la descripción literaria más detallada del santuario de Afrodita en Cnido.
El narrador recurre a la exageración para describir a Afrodita: «Cuando hemos agotado el encanto de estos lugares, nos dirigimos al propio santuario. La diosa está sentada en el centro, su estatua es de mármol de Paros. Una gran sonrisa tiene sus labios ligeramente separados. Salvo una mano sigilosa que vela su pudor, nada cubre su belleza, que se revela por completo. El arte del escultor ha logrado con tanta brillantez que parece que el mármol ha abandonado su dureza para formar la elegancia de sus miembros».
El Escultor Praxíteles
Praxíteles de Atenas, hijo de Cefisodoto el Viejo, fue el escultor más destacado del Ática durante el siglo IV a.C. Fue el primero en construir una estatua de tamaño natural de una mujer desnuda. Aunque no se conoce la existencia de ninguna escultura atribuida a Praxíteles, se conservan varias réplicas de sus esculturas; numerosos historiadores, especialmente Plinio el Viejo, informaron sobre sus creaciones; y aún existen monedas grabadas con siluetas de sus diversos tipos de estatuas notables de la época.
El rumoreado romance entre Praxíteles y su atractiva musa, la ramera dramática Friné, ha generado conjeturas y reinterpretaciones en obras que van desde la pintura hasta la ópera cómica, pasando por el teatro de sombras. Algunos escritores han afirmado que el nombre de Praxíteles fue utilizado por dos escultores. Uno era colega de Fidias, mientras que el otro era su nieto más conocido.
Es difícil encontrar fechas precisas para Praxiteles, pero dada la ausencia de pruebas de que Alejandro Magno empleara a Praxiteles, lo que con toda seguridad habría hecho, es probable que ya no estuviera en activo. La fecha de Plinio, 364 a.C., es probablemente la de uno de sus escritos más famosos.
Los temas de Praxíteles eran humanos o deidades dignas y menos envejecidas, como Apolo, Hermes y Afrodita, en lugar de Zeus, Poseidón o Temis. Praxíteles y sus discípulos trabajaron casi exclusivamente con mármol de Paros. En aquella época, las canteras de mármol de Paros estaban en su apogeo, y ningún mármol podía ser mejor para las necesidades del artista que aquel del que se formó el Hermes de Olimpia.