El pintor, tallista y arquitecto español Alonso González de Berruguete se convirtió en el más grande de los escultores renacentistas en España. Se le asoció especialmente con los inicios del manierismo, del mismo modo que su padre -el artista Pedro Berruguete– estuvo vinculado al inicio del propio Renacimiento español.
Activo en Valladolid y Toledo, Alonso Berruguete prefirió no centrarse en las técnicas formales de la escultura, y en su lugar desarrolló un estilo altamente expresivo y emocional. Sus tallas expresionistas en madera, que representan tormentos y éxtasis religiosos, le valieron la reputación de ser el mejor escultor español del siglo XVI. Convertido rápidamente en una persona de enorme riqueza, rara vez tuvo que solicitar encargos, un lujo desconocido para otros artistas Renacentistas Españoles de la época.
Fue contemporáneo del escultor español Juan de Juni (1506-1577), otro pionero del estilo manierista.
Biografía: Trenes en Florencia y Roma
Alonso Berruguete nació en Valladolid, donde aprendió el arte de la escultura y la pintura en el taller de su padre. Al igual que su padre antes que él, Alonso pasó un tiempo formándose en Italia: estuvo en Florencia y Roma desde 1504 hasta 1517.
Su intención original era desarrollar su talento como pintor, pero tras aprovechar la oportunidad de estudiar escultura con Miguel Ángel, a quien se dice que ayudó en la ejecución de algunas obras, descubrió un mayor talento para la escultura.
Durante su estancia en Florencia, Berruguete se empapó de la escultura renacentista y entabló amistad con un amplio abanico de pintores y escultores, como Andrea del Sarto y Baccio Bandinelli (1493-1560), y se ganó una merecida reputación junto a artistas de la talla de Jacopo Pontormo (1494-1556) y Rosso Fiorentino, al tiempo que completaba obras que otros artistas habían dejado inacabadas, como la Coronación de la Virgen de Filippino Lippi (1457-1504).
Regresa a España
De regreso a España, Berruguete realizó un relieve en alabastro para la Catedral de Valencia, titulado La Resurrección (1517). Fuertemente influenciado por los métodos manieristas absorbidos de su estancia en Roma y Florencia, especialmente los de Miguel Ángel, fue la primera de varias esculturas de estilo italiano que ayudaron a difundir las ideas manieristas italianas de principios del siglo XVI en España.
Berruguete recibió inicialmente el mecenazgo del emperador Carlos V, que le nombró pintor de la corte y posteriormente escribano de la cancillería de Valladolid. Este último beneficio le permitió adquirir una gran riqueza. Sin embargo, su carrera como artista se basó principalmente en su éxito como escultor.
Para empezar, creó un taller en Valladolid, contrató a varios aprendices y, según se dice, cobró precios acordes con su creciente reputación. España prosperaba y Berruguete estaba decidido a recibir el mismo respeto que los artistas italianos.
Con el tiempo, Berruguete se construyó un palacio en Valladolid, cerca del monasterio de San Benito, para el que creó uno de sus mejores retablos. Tuvo una carrera muy lucrativa y fue ennoblecido en 1559, unos dos años antes de su muerte, cuando la regente de Portugal, la Princesa Juana, le regaló la villa de Ventosa con sus 120 habitantes.
Esculturas de Alonso Berruguete
Berruguete desarrolló su actividad inicialmente en la región de Valladolid y posteriormente en Toledo. Sus obras más conocidas de arte cristiano son:
- El retablo casi completo para el monasterio de La Mejorada, Olmedo (1526, ahora en Valladolid)
- Retablo de San Benito (1527-1532), hoy en el Museo de Valladolid
- El altar del Colegio de los Irlandeses de Salamanca (1529-32)
- La sillería del coro de la catedral de Toledo (1539-43)
- El monumento funerario de mármol al Cardenal Arzobispo Juan de Tavera en el hospital de San Juan Bautista, en Toledo (1557-1561).
Otras obras atribuidas a él se encuentran en Madrid (Palacio de El Pardo), Arezzo, Galería Uffizi de Florencia, Galería Borghese de Roma, Múnich y Budapest.
Retablos de Alonso Berruguete
Los poderosos retablos del Cinquecento de Berruguete solían abarcar todo el ábside de la iglesia, dividido por un marco arquitectónico profusamente decorado en el que colocaba sus figuras individuales y paneles en relieve.
De este modo, creaba un único espectáculo dramático de decoración religiosa y, sobre todo, de sentimiento. Véase, por ejemplo, la emoción de Abraham e Isaac, o el sufrimiento de San Sebastián en el retablo de San Benito.
El expresionismo de la escultura de Berruguete, caracterizado por las figuras retorcidas, gimientes y extáticas, los drapeados torturados y los colores brillantes, reflejaba el emocionalismo religioso de la época, y no es de extrañar que le sucediera en Toledo, desde aproximadamente 1577, el artista igualmente emotivo El Greco (1541-1614).
Berruguete talló principalmente en madera (pintada y sin pintar), así como en mármol, alabastro y piedra. Se cree que talló y pintó toda la escultura figurativa en madera policromada, pero se apoyó en sus ayudantes para realizar obras como la Transfiguración de alabastro de la Catedral de Toledo (1543-1548) y también su última obra, el monumento al Cardenal Juan de Tavera.
Legado de Alonso Berruguete
El genio de Berruguete residió en la creación de un estilo de escultura manierista exclusivamente español, que expresa una pasión incontrolable y un éxtasis espiritual que quema el alma del espectador.